Me llamó la atención el seco cauce del río, cosa no habitual en esta tierra, y como es lógico en los que amamos tanto el bonsai como el Suiseki, las piedras de su lecho . Asi es que decidí hacer parte de la subida, entre resbalones en las húmedas piedras y sorteando grandes árboles caídos.
Tras mirar y remirar y voltear numerosas piedras, hay una que me atrae especialmente por su forma poco normal.