Hace mes y medio que trasplanté este endrino ( Prunus Espinosa ). Fué un trasplante en el que tuve que prescindir de no pocas raíces, para poder posicionarlo en esta maceta ovalada y nada profunda, que recuerdo era la que me quedaba tras los otros trasplantes.
El árbol llevaba dos años en cajón de cultivo y sabido es que esta especie no es demasiado generosa en la emisión de raíces. Un año más de cultivo no le hubiese sentado mal precisamente.
Se trata de un árbol con un buen arranque, un shari potente y bien colocado y una corteza vieja negra y abotonada, que contrastará con gran belleza con el verde este año y con la floración blanca y espero que numerosa el próximo.
Acostumbro a fijar bien los yamadoris, siempre lo he hecho y la esperiencia me ha confirmado su importancia. A veces se presentan imprevistos como vientos, golpes.... viajes..... etc.
El árbol emitió numerosas raicitas finas, de las cuales una parte debieron ser eliminadas al tener que cortar una gruesa y descolocada raiz madre, por no ser compatible con la maceta. Siempre esto no es agradable e incluso suele preocupar, pero las cosas son como son y no de otra manera.
Una vez fijado debidamente a la maceta, sustrato a base de Akadama y Pomice al 50% y de manera relajada a palillear todo él para que salgan las bolsas de aire. Esta fase del plantado siempre me gusta y me resulta relajante, seguramente porque otras no tan fáciles como posicionar y fijar, que en ocasiones tienen su dificultad, ya han sido solventadas.
La brotación estaba llamando ya con insistencia, así es que tuvo que pasar por la UCI unas semanas. Pulverizaciones frecuentes, nada de aire y temperatura agradable y constante, luego al exterior...... la primavera le está esperando.
Tres han sido las semanas de cuidados intensivos y otras tres las que lleva fuera del invernadero, aunque al abrigo del viento y del sol. No le ha sentado mal el trasplante.
Hoy luce así su brotación ante el esquiador, uno de mis más queridos Suisekis.